17. ene., 2022
EL FANTASMA DE LAS NAVIDADES PASADAS
Charles Dickens escribió un cuento navideño en el que el “espíritu” de la navidad pasada busca a un viejo avaro para intentar que cambie de actitud y se arrepienta de su forma de ser, cruel con el prójimo.
Ya lo siento, pero Dickens se equivocó. La gente que explota y que se comporta con inquina hacia los demás a cambio de un beneficio, no cambiará ni aun qué se abran ante él las puertas del infierno.
El planteamiento de Dickens es que la gente se puede arrepentir cuando ve las consecuencias malas de sus actos, pero lo cierto es que alguien cuyo objetivo es de partida injusto e inmoral, las consecuencias finales no le importan nada, porque ha conseguido su objetivo. Por ejemplo quien tiene por objetivo hacerse millonario trabajando poco, sabe perfectamente que en el camino hará cosas con las que cualquier persona objetivamente buena no estaría cómoda, pero a él o ella no les importan las “tramas secundarias” es decir las consecuencias de sus actos si al final el objetivo se consigue. Es precisamente por eso que son sumamente eficaces en conseguir sus metas.
Por el contrario, cuando alguien tiene objetivos sanos, buenos y justos, no estará dispuesto a hacer cosas en el camino que maltraten y perjudiquen con claridad a otros semejantes, y por esto mismo son menos eficientes en conseguir sus fines.
Las horribles frases populares del tipo “no hay que ser tan bueno en la vida” “siendo bueno no se llega a ningún sitio” “los malos siempre ganan” y un sinfín de extendidas máximas populares han conseguido a base de ser repetidas, convertir nuestra sociedad en un gran charco de mierda.
Y he de decir que tal vez a corto plazo así es. Pero sin duda a largo plazo todo esto se desmorona. Porque a los seres humanos en general nos gusta ser sociales, convivir y confiar, sobre todo confiar. y tal cosa no es posible entre aquellos que buscan objetivos injustos y están dispuestos a lo que haga falta.
La matemática es bien sencilla. Si tratas a la gente con desprecio y despotismo, quizás el poder que ostentas ahora los retendrá durante algún tiempo, quizás puedas gritar y dar órdenes, y la gente a tu lado obedezca por necesidad, quizás consigas una pareja con muy pocos escrúpulos y ningún amor. Todo esto dura lo necesario para obtener los objetivos más modestos de todos ellos.
Pero bien sabemos que ninguno será confiable, y todos, casi sin excepción, tienen un límite o línea roja por la que no pasarán, algún sacrificio ordenado que no estarán dispuestos a hacer, o el “viejo avaro” no estará dispuesto a pagar el precio, que cada vez será mayor. Y poco a poco, más tarde o más temprano, irán abandonando el barco hasta que el barco se hunda o no pueda navegar más.
Esto pasa y además pasa siempre, lo que también pasa es que es muy lento el proceso, y en el camino mucha gente pondrá precios altos o bajos para vender su alma al viejo avaro, pero también habrá otros que se arrastren suplicando un poco de menos desprecio.
Porque sí, también hay seres humanos que se conforman con que el poderoso les deje recoger sus mierdas. Ahí están seguros, tienen que esforzarse poco y “lamer algún culo” tampoco lo ven un precio demasiado alto por estar calentitos toda la vida a cambio de no tener ninguna dignidad, que como todos sabemos no da de comer.
Y estas son las “personas” que se lo ponen muy fácil al viejo avaro. Son los últimos en irse del barco. Al final, con bastante probabilidad, serán despreciados y expulsados, porque esta gente no sirve para nada, solo son sacos de boxeo a los que golpear para la diversión del amo.
El gran problema es que ellos tienen apariencia de “Consigliere” como los mafiosos italianos. Pero no lo son en absoluto. Son más bien los mensajeros mal pagados de empresas de comida rápida, sus funciones por lo general no son trascendentes pero si son vistosos para el gran público, porque componen un séquito que aparenta ser los seguidores de un líder inexistente. Para el viejo avaro son “infrahumanos”.
Y ciertamente humanos del todo no son. Si estos seres no estuvieran pegados al calor de la basura, la apariencia de poder o de liderazgo no existiría o no resultaría creíble. Porque un ricachón sin sirvientes chupopteros, no parece ni tan rico ni tan poderoso.
Para regocijo de los malos, resulta que en la sociedad actual abundan estos seres serviles cual pandilla de “Miniuns” buscando su supervillano. Son muy fáciles de identificar, sobre todo en redes sociales, solo tienen dos formas de opinar; la primera consiste en ser capaz de argumentar sin despeinarse que su amo puede cometer cualquier crimen horrendo con la más loca justificación, por lo general encuentran fácil culpar a la víctima. Su segundo y último argumento o pensamiento es odiar hasta la extenuación a cualquier otro ser humano con éxito o apariencia de tenerlo. Hacen esto porque así se obtiene su minuto de gloria en internet, que es ahora lo que antaño suponía salir en la tele. Y de estos seres hay muchos, demasiados.
Tal vez solo resta decir, que si os los vais encontrando por ahí, que seguro que sí, hay que apagarlos, no contestar ni nada, cuando lo identifiques contestad a todos sus post o tweets con un OFF, simple y sencillo, los descolocará porque no tienen demasiadas neuronas para usarlas todas a la vez, pero sobre todo no le permitáis su ración de odio diaria.
A lo mejor no sirve de nada, pero a lo mejor sí…